Un análisis de “Kinky Boots”, el musical de Broadway que debutó en Buenos Aires con una puesta de lujo.
Martín Bossi tenía la opción de quedarse en su “zona de confort” teatral y continuar con sus espectáculos unipersonales en los que era amo y señor, liderando la taquilla en la calle Corrientes y desplegando un caudal artístico gigante interpretando personajes, haciendo imitaciones de grandes cantantes y monólogos en primera persona. Claro que si buscaba un desafío, tenía que probar otra cosa. Se animó y arriesgó, y otra vez es el ganador.
Su personificación de Lola, la drag queen que protagoniza el musical Kinky Boots que se estrenó este miércoles en el Astral, le permite un registro diferente y lo pone en riesgo todo el tiempo. Le toca luchar contra sí mismo, tensando la cuerda de hasta dónde salirse del guión y las marcas del director Ricky Pashkus, o no. Habrá que ver con el correr de las funciones si el humorista “se ceba” o si acata, pero lo cierto es que en el debut deslumbró. Bossi es magnético, es imposible sacarle la mirada y a cada instante ofrece un color diferente, desde la humorada más subrayada hasta la sutileza de los pequeños gestos de su criatura teatral.
La puesta porteña de Kinky Boots es idéntica a la original de Broadway. Pashkus confesó en el saludo final que nunca trabajó con tanta libertad y se nota: es su mejor realización en el término global de la palabra. El musical no escatima en una realización impecable, un verdadero lujo para los costos argentinos de producción. Para ponerla en escena debieron juntar sus esfuerzos dos productoras: Dabope, que comandan Ezequiel Corbo, Federico Hoppe y Pablo Chato Prada; y Rimas, la de Pashkus y sus socios, Florencia Masri y Alejandro Zaga. Se rodearon de los mejores en sus rubros: Jorge Ferrari para la escenografía, Verónica de la Canal para el vestuario, Gustavo Wons para el diseño coreográfico, Gastón Briski en el sonido, Luciano Marra para las protagónicas botas del título, y las firmas siguen…
El otro gran intérprete del musical es Fernando Dente, que se consagra en su labor, con los mejores antecedentes, pero aquí con el peso general de la puesta. Si bien cada aparición de Bossi es un show en sí mismo, Dente está en escena toda la obra y no transpira una gota. Su número solitario previo al final se lleva la ovación más grande del espectáculo, con un caudal vocal impresionante y una interpretación que emociona.
Bossi y Dente brillan sobre el escenario
El cuento es simple: una vieja fábrica de zapatos clásicos al borde del cierre tiene la posibilidad de salvarse cuando el hijo del fallecido dueño se arriesga a un completo cambio: de casualidad conoce a la drag queen Lola, un personaje alocado y festivo, con quien se embarca en la tarea de diseñar botas femeninas para hombres que quieran usarlas.
El libro original es de Harvey Fierstein, el autor de La jaula de las locas. De algún modo este musical es una versión moderna de aquel de los años 70. Una vez más la aceptación, la igualdad, la lucha por ser quien uno es, derribar prejuicios de los otros, abrir cabezas: son los pilares de su texto y su mensaje. La música y las letras son de Cindy Lauper, y es allí (las versiones locales están impregnadas de su misma energía) donde el musical crece y estalla, porque todos son hits súper pegadizos y festivos, todos dan ganas de ponerse a bailar en la platea y el clima que contagian es colorido, adrenalínico y desopilante.
Todo el elenco y el ensamble están para el aplauso. Walter Canela, Bruno Coccia, Eugenia Gil Rodríguez, Clara Lanzani, Gustavo Monje, Laura Montini, Lucre Orlando, Mariel Percossi, Nicolás Serranti, Sofía Val, Pedro Velazquez, Flor Anca, Nicolás Di Pace, Menelik Cambiasso, Fer Ibarra, Matías Prieto Peccia, Mariano Magnífico, Nicolás Vilalba, Evelyn Basile, Mario Angolomé y Nico Acosta son fundamentales en este musical.
Mención aparte merece Sofía Morandi, la instagramer famosa que viene de ganar un Bailando por un sueño en 2018 con Julián Serrano. En este espectáculo, la joven está a la altura del rol que le toca y de los experimentados del rubro.
El fin de fiesta es un gran videoclip que remite a los de Lauper en los años 80 y al desparpajo, la pasión, la emoción y lo que más gusta de los musicales: grandes intérpretes, una anécdota simple, una puesta moderna y muchas risas.
FUENTE INFOBAE